Autor: Antonio Giménez email:antanins@arabismo.com
Fecha: 30-06-03 19:50
Yo creo, Kalistos, que habría bastado con citar la fuente de la que tomabas esa explicación para evitar malentendidos sobre la procedencia de la misma. Lo digo, como sugerencia, para que ningún participante en este foro se sienta coartado a la hora de apoyar sus razones en las de otros. Máxime cuando se trata de una figura de prestigio como Federico Corriente (uno de los pocos arabistas citados con frecuencia en este foro --por algo será-- a cuya obra no estaría mal que se acudiera más de vez en cuando).
En cuanto a lo "espinoso" del tema, yo tengo la impresión --probablemente muy subjetiva-- de que la enseñanza tradicional del árabe, volcada en descifrar la gramática más que en asimilarla y en formar traductores más que hablantes de una lengua extranjera, no ha hecho nunca demasiado hincapié en la fonología y menos aún si cabe en la fonética suprasegmental. Se trata sobre todo la cantidad vocálica y la sílaba (quizá con vistas a facilitar después el aprendizaje de la métrica) pero raramente se aborda la entonación o se lleva la teoría a la práctica, tratándose de cuestiones que como mejor se "aprehenden" es poniendo el oído.
Hay quien solventa el asunto mediante dictados o la audición de grabaciones, a menudo de una forma un tanto improvisada, sin tener en cuenta una secuencia lógica de aprendizaje y con una confianza casi "mágica", por decirlo así, en los poderes del magnetófono: algunos alumnos, paradójicamente, habrán escuchado más árabe del radiocasete que de su dueño.
No sé si Pablo Tornielli se refería a esto cuando hablaba de un tema "espinoso", pero sí que el escaso interés por el aprendizaje oral del árabe da lugar a más de una situación igualmente espinosa. La última que yo presencié consistió en un profesor universitario de árabe que, refiriéndose a un conocido pasaje coránico, decía una y otra vez إكرأ en lugar de إقرأ ; y es que incluso los partidarios de un árabe clásico, en el sentido en que lo son el latín y el griego, deberían reconocer que hasta esa lengua فصحى tiene una ortofonía determinada, por no entrar en las mil sutilezas de las lecturas coránicas, y que nada justifica la pronunciación de la قاف como كاف, o de la حاء como هاء , aunque sí haya razones que lamentablemente la expliquen. Por otro lado, si no se dan más situaciones espinosas es tal vez debido a que el árabe se utiliza poco en nuestros ámbitos académicos: así me lo comentaba un alumno arabófono recientemente, un tanto sorprendido aún de no poder dirigirse a sus profesores en la que debería ser, en el ámbito del arabismo universitario, la lengua común.
En esto, como en otras cosas, tampoco viene mal citar a Federico Corriente:
"(...) los arabistas occidentales, y en particular españoles, debíamos todos aprender más árabe para hacer mejor nuestro trabajo, y lo sigo manteniendo, porque continúo pensando que no se hace o quiere hacer lo suficiente en este sentido, lo que empezaría con un humilde examen de conciencia y decidido propósito de enmienda, sin los que el futuro será una prolongación del pasado." [F. Corriente, “Tres mitos contemporáneos frente a la realidad de Alandalús: romanticismo filoárabe, cultura mozárabe y cultura sefardí”, en G. Fernández Parrilla y M.C. Feria García, coord., Orientalismo, exotismo y traducción, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, págs. 39-47].
Pero quizá Pablo Tornielli tenía en mente algo distinto cuando se refería a este tema espinoso del "acento" en árabe: aspectos más lingüísticos y descriptivos. Si es así, lamento haberme apartado del tema.
Un saludo,
Antonio Giménez
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