SONETO 1
(1999)

Si tú fueras lo último que me dijera Dios,
me revelarías la i griega del yo dual. Bienaventurados seamos
porque el almendro floreció tras los pasos de los que están de paso,
aquí, a tus orillas, y aletearon sobre ti tórtolas y palomas.

Con el cuerno de la gacela horadaste el cielo, y el verbo brotó
como rocío de las venas de la naturaleza. ¿Cómo se llama el poema
enfrentado a la dualidad criaturas/Creador, atrapado entre el cielo lejano
y el cedro de tu cama, cuando la sangre sangre añora y el mármol gime?

Un mito tomará el sol que irradias. Este tropel,
diosas de Egipto y de Sumeria, muda de ropa las palmeras,
remoza el nombre de sus días, y culmina su viaje al final de la rima...

Mi canto necesita respirar: no es verso el verso,
y no es prosa la prosa. He soñado que tú eras lo último
que me decía Dios cuando os veía en sueños. Y el verbo fue...

(Tomado de Mahmud Darwix, Poesía escogida (1966-2005), traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2008; agradecemos a la editorial Pre-Textos su autorización para la reproducción de este poema.)

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