MURAL (2000) |
Éste es tu nombre / dijo una mujer, y desapareció en el pasillo espiral... Veo el cielo ahí, al alcance de la mano. El ala de una paloma blanca me lleva a otra infancia. No sueño que sueño. Todo es real. Noto que pierdo pie y alzo el vuelo. Seré lo que llegue a ser en el último firmamento. Todo es blanco, el mar que cuelga de los tejados de nubes blancas. La nada es blanca en el cielo blanco del absoluto. He sido y no he sido. Estoy solo en esta eternidad blanca. Me he adelantado a la cita y ni un ángel ha salido a decirme: «¿Qué has hecho allá, en el mundo?» No he escuchado los gritos de júbilo de los justos, ni los lamentos de los pecadores, estoy solo en lo blanco, solo... Nada me duele a las puertas de la resurrección. Ni el tiempo ni los afectos. No siento la ligereza de las cosas o la pesadez de las obsesiones. No he encontrado a quién preguntarle: ¿Dónde está mi dónde ahora? ¿Dónde la ciudad de los muertos, dónde yo? No hay nada aquí en el no aquí... en el no tiempo, en la no existencia. Como si hubiera muerto antes... conozco esta visión, y sé que voy a lo desconocido. Quizá siga vivo en algún lugar, consciente de lo que quiero... Un día seré lo que quiero. Un día seré idea. No habrá espada que la lleve a la tierra en ruinas, ni libro... Será como lluvia en el monte rota contra la hierba pujante, y no habrá fuerza bruta ni justicia errática. Un día seré lo que quiero. Un día seré pájaro, y extraeré de mi no siendo mi ser. Según ardan mis alas me acercaré a la verdad y renaceré de la ceniza. Soy la charla de los soñadores, he renegado de mi cuerpo y mi alma para consumar mi viaje primero al significado, que me ha abrasado y se ha ocultado. Soy lo oculto. Soy el celeste proscrito. Un día seré lo que quiero. Un día seré poeta, y el agua será rehén de como yo la vea. Mi lengua será metáfora de la metáfora, y no dirá o indicará lugar. Pues el lugar es mi pecado y mi pretexto. Soy de allí. Mi aquí da un salto de donde piso a mi fantasía... Soy quien fui o quien seré, me fragua o me derrumba el espacio que se extiende infinito. Un día seré lo que quiero. Un día seré viña, ¡que me prense el verano, y beba mi vino quien pase junto a las pléyades del lugar azucarado! Soy el mensaje y el mensajero, soy las pequeñas direcciones y el correo. Un día seré lo que quiero. [...] (Tomado de Mahmud Darwix, Poesía escogida (1966-2005), traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2008; agradecemos a la editorial Pre-Textos su autorización para la reproducción de este poema.) |