RITA Y EL FUSIL
(1967)

Entre Rita y mis ojos... un fusil.
Quien a Rita conoce, se postra
y reza al Dios de su ojos de miel.

... Besé a Rita
cuando niña,
aún recuerdo cómo se pegó
a mí: una preciosa trenza cubrió mis brazos.
Recuerdo a Rita
tanto como el pájaro al estanque.
Rita, Rita...
Teníamos un millón de pájaros y de fotos,
y mil citas,
y contra todo hizo fuego... aquel fusil.

El nombre de Rita le sabía a fiesta a mi boca,
el cuerpo de Rita se desposaba en mi sangre:
Rita fue mi perdición... pero sólo dos años,
durmió en mi regazo dos años,
nos prometimos en el altar del cáliz más bello,
ardimos en el vino de dos salivas,
nacimos dos veces.
Rita, Rita...
Nada privaba a mis ojos de los tuyos,
si acaso nuestras cabezadas
o alguna nube de miel,
hasta que irrumpió... aquel fusil.

Érase que se era
el silencio al atardecer,
y una mañana en que mi luna partió
con los ojos de miel.
La ciudad
barrió a los rapsodas, y a Rita.
Entre Rita y mis ojos... un fusil.

(Traducción de Luz Gómez García)
cerrar la ventana