SONETO 1 (1999) |
Si tú eres lo último que Dios me dijo, sea tu revelación la i griega del yo dual. Bienaventurados seamos porque el almendro floreció tras el paso de los que están de paso, aquí, en tus orillas, y alzaron el vuelo grullas y palomas. Horadaste el cielo con el cuerno de la gacela, y brotó el verbo como rocío de las venas de la naturaleza. ¿Cuál es el nombre del poema que afronta la dualidad Creación/Absoluto, atrapado entre el cielo lejano y el cedro de tu cama, cuando la sangre sangre añora y el mármol gime? Hará falta una leyenda para tomar el sol contigo. Esta multitud, diosas de Egipto y Sumeria, bajo la palmera cambia de vestido y de nombre a sus días, y apura su viaje hasta el confín de la rima... Será preciso mi canto para respirar: no es verso el verso, y no es prosa la prosa. He soñado que tú eras lo último que Dios me decía en sueños. Y el verbo fue... (Traducción de Luz Gómez García) (Publicado en Nación Árabe, nº 39, otoño 1999) |