SIN EXILIO, ¿QUIÉN SOY? (1999) |
Extranjero a orillas del río, como el río... Me ata a tu nombre el agua. Nada pone fin a mi lejanía y me devuelve mi palmera: ni la paz ni la guerra. Nada me adentra en los Evangelios. Nada... Nada reluce entre el Tigris y el Nilo mientras en la costa sube y baja la marea. Nada me obliga a apearme del barco con Faraón. Nada me asume o hace que yo asuma una idea: ni la pena ni el adiós. ¿Qué haré? ¿Qué haré sin exilio, sin una larga noche que se mire fijamente en el agua? Me ata a tu nombre el agua... Nada me devuelve de las mariposas de mi sueño a la realidad: ni el polvo ni el fuego. ¿Qué haré sin la rosa de Samarcanda? ¿Qué haré en una plaza que ha lapidado a los rapsodas con sus piedras lunares? Nos hemos vuelto tan livianos como nuestras casas, a merced de los vientos lejanos. Hemos hecho amistad con los extraños seres que habitan en las nubes... Libres de la gravedad de la tierra de los documentos de identidad. ¿Qué haremos... qué sin exilio, sin una larga noche que se mire en el agua? Me ata a tu nombre el agua... Sólo tú quedas de mí, sólo yo de ti, un extraño que acaricia el muslo de su extranjera: oh extranjera, ¿qué vamos a fabricar en esta calma que aún nos queda... en esta siesta entre dos leyendas? Nada nos asume: ni el camino ni la casa. ¿Fue este camino así desde el principio, o nuestros sueños hallaron una yegua de la caballería mongol sobre la colina, y nos dieron el cambiazo? ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué sin exilio? (Traducción de Luz Gómez García) (Publicado en Nación Árabe, nº 39, otoño 1999) |